La palabra "duelo" proviene del latín "dolus" que significa "dolor".
En el contexto de la pérdida de un ser querido, el término "duelo" se utiliza para describir el proceso emocional y psicológico que una persona experimenta al enfrentar y afrontar la muerte de alguien cercano y querido. Este proceso implica una serie de respuestas emocionales, cognitivas, físicas y conductuales que son parte natural de la adaptación a la pérdida.
Parece muy obvio decir que duelo viene de dolor y que el proceso de duelo, duele... Pero quiero remarcarlo porque son muchos los casos en los que cuando nos toca vivirlo, nuestro mayor empeño es ocultarlo, negarlo o apartarlo lo antes posible de nosotros. El dolor es molesto e incómodo, hiere e inmoviliza en ocasiones, pero es esencial vivirlo y sacarlo para poder sanarlo.
Si una herida (física) la tapas y no dejas que le dé el aire y se seque en ningún momento, es muy posible que se infecte y no sane de la mejor manera. Con nuestro dolor pasa exactamente igual. Es esencial cuidar las heridas emocionales y dejar que salga el dolor, llorando o expresándolo como nos ayude mejor (escribiendo, pintando, hablando...). Solo de esta manera conseguiremos que poco a poco vaya sanando.
Por otro lado, sanar no quiere decir olvidar, o que el dolor desaparezca por completo. Cuando se vive una pérdida tan significativa como la de un padre, madre, hijo o cónyuge, me atrevería a decir que hay cierto dolor en esa pérdida que permanecerá siempre, pero de una manera mucho más sutil y menos intensa que durante los primeros meses/años.
Es más habitual de lo que me gustaría ver, cómo se aparta a los niños en los procesos de duelo. Frases como "no está preparado para entenderlo" o "prefiero que no me vea llorar" son muy cotidianas en momentos de dolor, cuando nos referimos a los más pequeños de la casa.
Evidentemente, no están preparados para entenderlo o vivirlo como lo hacemos los adultos, pero eso no implica que no puedan vivirlo a su manera. Para poder ayudarles de la mejor manera, será esencial saber la concepción que tienen de la muerte, dependiendo de su edad de desarrollo (poco a poco iré hablando de ello). Teniendo eso en cuenta, entenderemos también nosotros que los niños SÍ están preparados para afrontar la pérdida y convivir con el dolor que supone. De hecho, es parte esencial de la vida y deben convivir con ello cuando sucede.
La mejor manera de enseñarles a expresar sus sentimientos es compartiendo con ellos los nuestros. Por eso, ayudará en gran medida poder compartir con los pequeños cómo nos sentimos nosotros durante el proceso que estamos viviendo, no perdiendo de vista en ningún momento que estamos inmersos en un PROCESO, y que poco a poco iremos evolucionando hacia un estado anímico más estable y positivo.
Para poder acompañar a otros en este proceso, especialmente a los niños y jóvenes, necesitamos conocer y manejar ciertos conceptos, sobre la comprensión del término “muerte” y todo lo que ello conlleva y engloba.
Entre ellos, los más importantes son:
PENSAMIENTO MÁGICO: Durante los primeros años de vida a los niños les acompaña una concepción mágica del mundo. Hasta los 6/7 años aproximadamente, no se desarrolla de una manera adecuada y completa la lógica y la razón, por lo que hasta esa edad los niños relacionan muchos acontecimientos con la fantasía y la magia. Es por ello, que pueden creer en las hadas y en los monstruos, y también en el Ratoncito Pérez, los Reyes Magos y/o Papa Noel. Esta concepción del mundo también les influye a la hora de entender la muerte, pudiendo creer que se puede volver a la vida días o semanas después de fallecer.
UNIVERSALIDAD: La muerte es algo por lo que todas las personas y seres vivos vamos a pasar. Sin embargo, este concepto no es comprendido por los niños más pequeños, ya que no podrán entenderlo de forma adecuada, hasta los 6/7 años, pudiendo ser más tarde, según el desarrollo y madurez del menor.
IRREVERSIBILIDAD: Este concepto está muy unido al pensamiento mágico que presentan los niños hasta los 7 años, aproximadamente, y que les impide comprenderlo hasta esa edad. La muerte, es algo irreversible. Es un proceso por el que solo se pasa una vez en la vida, y no hay vuelta atrás. Es común que los niños en las primeras fases del desarrollo y debido a la concepción mágica que tienen del mundo, consideren la muerte como un proceso reversible y por lo tanto no definitivo.
TRASCENDENCIA y ESPIRITUALIDAD: Este concepto está relacionado con aquella realidad que hay después de la muerte, considerando que la muerte no es el final de la Vida, aunque sí es el final de la vida que conocemos.
AUSENCIA DE CONTROL Y DECISIÓN: La muerte escapa al control de las personas, es un aspecto sobre el que no podemos decidir. Sin embargo, en los primeros años de vida, este concepto tampoco es comprensible, por lo que el menor puede llegar a creer que la persona fallecida le ha abandonado por voluntad propia.
Para poder acompañar a nuestros pequeños y jóvenes en este proceso, es esencial entender la concepción que ellos perciben de la “muerte”, ya que no es la misma que tenemos los adultos. Las edades que se exponen a continuación, se han de entender como un dato aproximado y genérico, ya que cada proceso evolutivo es diferente, y dependerá de cada niño hacer este proceso más deprisa, o más despacio.
Hasta los 3 años de vida, los niños solo son capaces de sentir y percibir aquello que ocurre a su alrededor y que tiene relación directa con su entorno cercano. Por ello, su vivencia se relacionará directamente con la ausencia de la persona fallecida y todo lo que ello conlleva. A esas edades, su mayor seguridad son las rutinas, sus costumbres, por lo que percibirán cualquier cambio en ellas, sentirán que las cosas ya no son igual o no se realizan con las mismas personas, ni de la misma manera. También son capaces de sentir los estados de ánimo y sentimientos de sus seres más queridos y cercanos, por lo que conectarán con la tristeza que sienten aquellos que se han quedado, pero no comprenderán el concepto “muerte”, de irreversibilidad, ni de permanencia.
A partir de los 3 años perciben la muerte como una separación física, sienten que la persona fallecida les ha abandonado temporalmente, pero no comprenden que es algo permanente, y tampoco que es algo involuntario y no deseado. A esa edad su cerebro no es capaz de asimilar la irreversibilidad que implica la muerte, por lo que es posible que pregunten cuando volverá la persona fallecida. Por otro lado, interpretan de forma literal todo aquello que se les dice, por lo que, si se les dice que se ha ido al cielo, se ha ido de viaje, o se ha dormido para siempre, es muy posible que pregunten enfadados “¿Cuándo volverá del cielo?”, “¿Por qué se ha ido tan lejos?” o “¿Por qué tarda tanto en volver?”, “¿No nos quiere?”. De la misma forma, es posible que aparezcan miedos relacionados con aquello que se les ha comunicado (miedo a dormirse, miedo a viajar...). Es esencial dar mensajes cortos, certeros y reales, por ejemplo: “la abuela ha muerto y ya no podremos verla más”. De esta forma, ayudamos en la comprensión de lo sucedido.
Por otro lado, al sentir la muerte como un abandono, es posible que se generen sentimientos ocasionales de enfado y rabia, hacia la persona fallecida, no viendo evidencias de la tristeza esperada.
A partir de los 6-7 años hay una gran evolución, ya empiezan a entender el carácter irreversible y definitivo de la muerte y comienzan a desprenderse del mundo mágico en el que habían creído hasta entonces. La muerte ya no es algo irreal, ya comprenden que, con la muerte el cuerpo deja de tener vida y las funciones vitales dejan de hacer su trabajo. A partir de estos momentos, ya son capaces de comprender que no es algo deseado; que la persona fallecida no quería alejarse de ellos, y que es un proceso universal, por el que todos los seres humanos tendremos que pasar. Aun empezando a comprender esa universalidad, en la mayoría de los casos, asocian la muerte a circunstancias específicas como enfermedades graves o vejez, sin asociarla a causas accidentales o no naturales (esta realidad le será más difícil de comprender y aceptar y entrañará mayores miedos).
Entorno a los 9-10 años, se consolidan todos los conceptos esenciales que hemos ido comentando (irreversibilidad, universalidad, ausencia de control y decisión) y el pensamiento mágico ya ha sido vencido por la lógica y la razón. Son momentos en los que aparecen preguntas profundas sobre la existencia y la vida, tanto a nivel espiritual, como biológico y físico. Suelen mostrar mucho interés y curiosidad sobre el tema, y cuestionar muchos aspectos relacionados con él, especialmente con la trascendencia de lo que ocurre después de la muerte. Al comprender mejor la muerte, aparece también, en muchos casos, el miedo a que les pueda pasar algo a ellos mismos o a sus seres queridos.
A partir de los 12-13 años, con la adolescencia, se vivencia la muerte con mayor intensidad, y la concepción de la misma es muy similar a la de los adultos, aunque con mayor desbordamiento de emociones y sentimientos. En estas edades muestran un gran interés por todo aquellos que sucede tras la muerte, tanto a nivel físico, como espiritual, mostrando un gran razonamiento abstracto. En esta etapa vital es frecuente que los jóvenes se involucren en vivencias y experiencias de riesgo, atendiendo a dos razones fundamentales; la primera de ellas es la falta de consciencia de peligro real, sintiéndose en muchos momentos invulnerables, y la segunda es la fantasía que en ocasiones envuelve la relación con la muerte, llegando a relacionarse con ella, de unas u otras maneras. También puede aparecer la idea suicida, como una manera de enfrentarse a los sufrimientos vitales.
El duelo es un proceso universal, pero cada persona lo vive de forma única, y en el caso de los niños, sus necesidades emocionales y su forma de procesar la pérdida difieren significativamente de las de los adultos. Comprender estas diferencias nos ayuda a brindar un acompañamiento respetuoso y adecuado para cada etapa de su duelo.
Fases del Duelo según Kübler-Ross y su adaptación en niños
Aunque las fases del duelo propuestas por Elisabeth Kübler-Ross (Negación, Ira, Negociación, Depresión, y Aceptación) suelen asociarse al duelo adulto, también pueden observarse en los niños, pero adaptadas a su desarrollo emocional y cognitivo.
Negación o Confusión Inicial
Los niños más pequeños, especialmente aquellos que aún no comprenden plenamente la irreversibilidad de la muerte, pueden negar la pérdida o actuar como si nada hubiera ocurrido. Esto es una forma de protección emocional, mientras su mente asimila lo sucedido.
Cómo acompañarlos: Sé paciente. Respeta sus tiempos y crea un entorno seguro para que puedan expresar sus emociones cuando estén listos.
Ira o Rabia
La rabia puede manifestarse como irritabilidad, comportamiento desafiante o enfado hacia el fallecido o hacia los adultos que los rodean. Esta fase refleja su frustración e impotencia frente a una situación que no pueden controlar.
Cómo acompañarlos: Ayúdalos a poner palabras a sus emociones y explícales que es normal sentirse enojados. Puedes decirles: "Entiendo que estés enfadado. Es una emoción que todos sentimos cuando algo nos duele mucho."
Negociación
En esta etapa, los niños pueden fantasear con la posibilidad de revertir la pérdida. Pueden expresar frases como "Si me porto bien, ¿puede volver?". Estas creencias mágicas son normales en su desarrollo y reflejan su deseo de recuperar lo perdido.
Cómo acompañarlos: Escucha con empatía y explica con un lenguaje claro que la muerte es definitiva, pero que los recuerdos y el amor por esa persona siempre estarán con ellos.
Tristeza o Depresión
La tristeza profunda puede aparecer cuando los niños comienzan a comprender plenamente la ausencia. Pueden sentirse más retraídos, llorar con frecuencia, o expresar su dolor de maneras sutiles, como a través del juego.
Cómo acompañarlos: Permite que lloren, hablen o jueguen para expresar lo que sienten. Recuérdales que está bien sentirse tristes y que tú estás ahí para acompañarlos.
Aceptación o Reorganización
Con el tiempo, los niños comienzan a integrar la pérdida en sus vidas y a reorganizar su mundo emocional. Esto no significa que dejen de extrañar a la persona fallecida, sino que aprenden a vivir sin su presencia física.
Cómo acompañarlos: Celebra sus avances y momentos de resiliencia. Ayúdalos a recordar con cariño y amor, manteniendo viva la memoria de la persona fallecida.
Consideraciones Importantes sobre el Duelo Infantil
La edad y etapa de desarrollo: La forma en que un niño procesa el duelo dependerá de su edad y nivel de desarrollo emocional.
El rol del juego y el dibujo: Estas herramientas permiten que los niños expresen lo que no pueden verbalizar.
La importancia de la honestidad: Siempre es mejor explicar la verdad con palabras sencillas, adaptadas a su comprensión.
El ejemplo de los adultos: Los niños observan cómo los adultos a su alrededor manejan la pérdida. Mostrar tus emociones de forma saludable les enseña que está bien sentir y compartir el dolor.
Un mensaje para las familias
Acompañar a un niño en su duelo no significa tener todas las respuestas, sino estar presentes, validar sus emociones y brindarles un espacio seguro para transitar esta experiencia. Cada niño es único, y sus tiempos para atravesar el duelo también lo serán. Desde El Vuelo de la Mariposa, os animo a que juntos honremos las emociones de los más pequeños, acompañándolos con amor, paciencia y respeto.
Si necesitas apoyo en este proceso, en esta web encontrarás recursos, cuentos y herramientas pensadas para acompañar a niños y jóvenes en momentos de pérdida. Juntos podemos transformar el dolor en aprendizaje y amor. (Pronto subiré una infografía sencilla sobre este apartado, para poder descargarla).
La palabra "recordar" tiene una etimología hermosa: proviene del latín "re-cordare", que significa “volver a pasar por el corazón”. Recordar es mucho más que mantener algo en la mente; es traer al presente a quienes amamos, revivir emociones y conectar con nuestro ser más profundo. Crear rutinas o celebraciones especiales nos permite honrar esas memorias y darles un espacio significativo en nuestra vida.
Aquí os dejo 5 puntos importantes para transformar el recuerdo en un valor terapéutico:
1. Celebra fechas importantes
Conmemorar el cumpleaños de un ser querido que ya no está, el aniversario de su partida o días significativos para ellos, puede convertirse en una tradición llena de significado. Puede ser con una reunión familiar, encendiendo una vela o haciendo algo que le hubiera gustado.
2. Crea rutinas simbólicas
Plantar un árbol, escribirle una carta o comprar sus flores favoritas, son formas de honrar su memoria y sentir su presencia. Ritualizar el recuerdo permite expresar emociones y fortalecer la conexión con ellos.
3. Involucra a los más pequeños
Leer cuentos como "El árbol de los recuerdos" o "¿De qué color es tu recuerdo?" puede ser una excelente forma de hablar con los niños sobre la importancia de recordar. Con “El vuelo de la mariposa” también puedes aprovechar para recordar aspectos importantes vividos con la persona fallecida (en el cuento se van nombrando diferentes aspectos importantes para la abuela, que se siguen teniendo presentes y cuidando, aunque ella ya no está). Puedes animar a los pequeños a dibujar o escribir sus recuerdos más especiales para guardar un pequeño tesoro.
4. Conserva objetos significativos
Guardar una foto, una prenda o un objeto que perteneció a esa persona puede convertirse en una fuente de consuelo. Crear un rincón del recuerdo en casa con estos elementos ayuda a mantener su legado vivo.
5. Comparte historias y aprendizajes
Hablar de lo que aprendiste de esa persona o de cómo impactó tu vida es una forma poderosa de preservar su esencia. También hablarles de momentos que compartieron (los pequeños) junto a esa persona, aunque quizá ya no lo recuerden, les ayudará a sentir el vínculo que tuvieron. Las historias compartidas entre familiares o amigos pueden reconfortar y reforzar los lazos emocionales.
💛 Recordar no es aferrarse, es dar valor a lo que vivimos junto a esas personas especiales y permitir que sigan presentes en nuestro día a día.
Acabo lanzándoos una pregunta... 🦋
¿Tienes alguna rutina especial para conmemorar a alguien querido?
Hablar con los niños sobre una mala noticia, como el fallecimiento de un ser querido, puede ser una de las tareas más difíciles para los adultos. Sin embargo, hacerlo de manera adecuada, con sensibilidad, honestidad y mucho amor. es fundamental para que los niños comprendan la situación, se sientan seguros y puedan gestionar sus emociones. Aquí tienes 10 pautas que te ayudarán a afrontar este delicado momento:
1️⃣ Elige el momento y el lugar adecuados
Busca un entorno tranquilo, sin interrupciones, donde ambos puedan estar cómodos. Escoge un momento en el que el niño no esté cansado o distraído para garantizar que pueda procesar lo que le vas a contar.
2️⃣ Habla con claridad
Usa palabras sencillas y directas. Evita eufemismos como "se ha ido" o "está descansando", ya que pueden generar confusión. Es mejor decir "ha muerto", explicando el concepto según su edad.
3️⃣ Adapta la información a su edad
Los niños procesan la información de manera diferente según su etapa de desarrollo. Proporciónales explicaciones que sean comprensibles para ellos. Por ejemplo, los niños más pequeños pueden necesitar ejemplos concretos y repetición.
4️⃣ Utiliza herramientas simbólicas
Cuentos, dibujos, juegos o incluso recuerdos significativos pueden ayudarles a expresar lo que sienten y comprender la pérdida de una manera más tangible.
5️⃣ Ofrece seguridad
Hazles saber que, aunque las cosas hayan cambiado, tienen un entorno seguro y personas que los quieren y cuidan. Hablar sobre el amor que permanece puede brindarles consuelo.
6️⃣ Sé honesto
Diles la verdad, aunque sea difícil. Los niños necesitan confiar en los adultos, y una mentira o evasiva puede hacerles sentir inseguros o confundidos.
7️⃣ Valida sus emociones
Permite que expresen lo que sienten, ya sea tristeza, miedo, enojo o confusión. Hazles saber que todas las emociones son válidas y que está bien sentirse así.
8️⃣ No tengas miedo al silencio
A veces, el niño puede quedarse callado. Respeta sus tiempos para procesar la información. El silencio no significa que no entienda, sino que necesita espacio para asimilarlo.
9️⃣ Responde a sus preguntas
Es probable que surjan preguntas, incluso tiempo después de la noticia. Escúchalos con paciencia y responde de manera clara y ajustada a su nivel de comprensión.
🔟 Acompáñalos en el tiempo
El duelo es un proceso, no un momento puntual. Mantén la comunicación abierta, revisita el tema si lo necesitan y acompáñalos con empatía en su camino hacia la aceptación.
Recuerda: Los niños no necesitan grandes discursos, solo palabras sinceras, amor y la presencia constante de sus figuras de referencia. Comunicar con calma y sensibilidad es la mejor manera de ayudarlos a enfrentarse a la pérdida.
❤️ Porque acompañar con amor es el mejor regalo que podemos dar en los momentos más difíciles.
El duelo es un proceso único y complejo, especialmente en los niños. Es un camino que no solo debe ser transitado, sino también acompañado. En muchas ocasiones, la presencia y el apoyo de los adultos son suficientes para que los pequeños puedan comprender, expresar y gestionar lo que sienten. Sin embargo, hay momentos en los que algunos signos nos pueden alertar de que es hora de buscar ayuda profesional. Es importante entender que el duelo no siempre se manifiesta de forma explícita, y que los niños, al igual que los adultos, pueden expresar su malestar de maneras muy diversas.
Aunque este decálogo se centra en los procesos de duelo y pérdida, también aborda señales importantes que pueden aparecer fuera de este contexto y que nos indican que algo está ocurriendo con nuestros pequeños. Prestar atención a estos cambios no significa alarmarnos, sino tomar consciencia de lo que sucede, ofrecerles nuestra escucha y, si es necesario, buscar orientación especializada.
A continuación, comparto 10 signos de alarma que pueden ayudarnos a identificar cuándo algo no marcha bien:
1 Cambios en la alimentación 🍽️
Comer más o menos de lo habitual de forma significativa puede reflejar preocupaciones, estrés o emociones difíciles de manejar. Los cambios abruptos en el apetito son una manera en la que los niños pueden expresar su malestar interno.
2 Alteraciones del sueño 🌙
Problemas para dormir, despertares nocturnos, miedo a la oscuridad o pesadillas recurrentes son indicadores de que algo les está afectando emocionalmente. Es fundamental ofrecerles tranquilidad y acompañarles en estos momentos de inseguridad.
3 Cambios en el juego 🎭
El juego es el lenguaje natural de los niños. Si dejan de jugar, pierden interés en actividades que antes les apasionaban o reflejan preocupaciones a través del juego simbólico, es una señal de que necesitan nuestra atención.
4 Relación con su cuerpo 🚨
Un cambio abrupto en su relación con su cuerpo también puede ser un signo importante. Por ejemplo, mostrar un pudor extremo o, al contrario, una desinhibición inusual respecto a sus partes íntimas puede estar relacionado con experiencias emocionales complejas.
5 Retraimiento social 🏠
Evitar el contacto con personas cercanas, amigos o familiares, mostrarse más callados o querer estar solos de manera recurrente puede reflejar incomodidad o miedo. Observa si el retraimiento persiste en el tiempo y busca abrir el canal de comunicación.
6 Cambios en el rendimiento escolar ✏️
Una caída en las notas, falta de concentración, desgana o un rechazo repentino por las actividades académicas pueden ser señales de que están atravesando un momento complicado emocionalmente.
7 Reacciones emocionales intensas 😢😡
Explosiones de ira, llanto constante o un estado emocional cambiante y extremo, sin un motivo aparente, pueden ser un reflejo de que están enfrentando una situación que no saben cómo manejar.
8 Conductas regresivas 👶
Volver a comportamientos que ya habían superado, como chuparse el dedo, hablar como un bebé, tener miedo a quedarse solos o incluso mojar la cama, es una forma común en la que los niños expresan su necesidad de atención y apoyo.
9 Síntomas físicos sin explicación aparente 🤕
Dolores de cabeza, de estómago u otras molestias físicas recurrentes, sin una causa médica clara, pueden ser una manifestación de estrés, ansiedad o tristeza. Es importante no ignorar estas señales y valorar su contexto emocional.
10 La importancia del contexto 🌍
Conocer al niño en profundidad y observar cómo se comporta en sus diferentes entornos es clave para identificar posibles signos de alarma. Es fundamental estar en contacto con el centro educativo y otros espacios donde el niño interactúe, como actividades extracurriculares o con familiares cercanos. Esto permitirá detectar si los cambios se manifiestan de manera generalizada o son específicos de un contexto en particular. Comprender estas diferencias nos ayuda a interpretar mejor las señales y a actuar de manera adecuada y precisa.
Un proceso que no recorremos solos 🌈
Estos signos no siempre son graves ni definitivos, pero representan una invitación a detenernos, observar y, sobre todo, escuchar. Los niños necesitan un entorno seguro donde puedan expresar lo que sienten sin temor a ser juzgados. En nuestra labor como padres, maestros o cuidadores, tenemos la oportunidad de acompañarles y, si es necesario, buscar ayuda profesional para ofrecerles las herramientas necesarias para gestionar sus emociones.
Comparte esta entrada con quienes puedan necesitarlo. Juntos, podemos crear un entorno más sensible y respetuoso para los niños. 💛
La muerte sigue siendo un tema rodeado de tabúes y creencias equivocadas, especialmente cuando se trata de cómo la viven los niños, por lo que puede generar muchas dudas e inseguridades. Desmontar estas creencias erróneas es clave para acompañar a los pequeños con sensibilidad, respeto y empatía. Aquí te comparto diez de los mitos más frecuentes y la realidad que los desmiente:
1️ Mito: "Los niños no entienden la muerte, así que no les afecta."
📖 Realidad:
Aunque los niños no comprendan la muerte como los adultos, esto no significa que no les afecte. Según su etapa de desarrollo, pueden tener una percepción diferente, pero el dolor, la confusión y las emociones son reales. Validar lo que sienten es fundamental para ayudarlos.
2️ Mito: "Es mejor no hablar de la muerte para evitar que sufran."
📖 Realidad:
El silencio puede generar más miedo y confusión en los niños. Hablar de la muerte de forma clara, honesta y adaptada a su edad les ayuda a procesar la experiencia y reduce su ansiedad. Evitar el tema puede hacer que se sientan aislados o que imaginen cosas peores.
3️ Mito: "Los niños superan el duelo más rápido que los adultos."
📖 Realidad:
El duelo infantil no tiene un "cronómetro". Puede aparecer y desaparecer en diferentes momentos, dependiendo de la edad, las circunstancias y su comprensión. A veces, los niños procesan la pérdida de forma gradual y los efectos pueden manifestarse incluso años después.
4️ Mito: "Si el niño no llora, es porque no le importa la pérdida."
📖 Realidad:
No todos los niños expresan el duelo llorando. Algunos canalizan sus emociones a través del juego, el dibujo o incluso el silencio. Su forma de procesar depende de su personalidad, edad y entorno. Respetar su manera de expresar el dolor es crucial.
5️ Mito: "Los niños son muy pequeños para participar en rituales como funerales."
📖 Realidad:
Incluir a los niños en rituales de despedida como funerales puede ser una experiencia significativa. Les ayuda a entender lo que ha sucedido y les ofrece un espacio para expresar sus emociones. Eso sí, es importante prepararlos explicando qué ocurrirá y respetar si deciden no participar.
6️ Mito: "No deben ver a los adultos llorar o mostrar dolor."
📖 Realidad:
Mostrar emociones como tristeza o llanto no daña a los niños; al contrario, les enseña que expresar lo que sentimos es natural. Les ayuda a entender que es normal estar triste tras una pérdida y les anima a hablar de lo que sienten.
7️ Mito: "Hablar de la muerte crea miedo en los niños."
📖 Realidad:
Hablar de la muerte de manera adecuada a su edad no les genera miedo, sino que les ayuda a comprender este proceso como parte de la vida. Cuando no se les habla del tema, el miedo suele aparecer como resultado de la incertidumbre o de ideas erróneas.
8️ Mito: "Los niños no tienen duelo porque no comprenden el concepto de pérdida."
📖 Realidad:
Aunque los niños pequeños no tengan una noción clara de la permanencia de la muerte, experimentan el vacío, la ausencia y el impacto emocional de una pérdida. Su duelo puede manifestarse a través de cambios en el sueño, la alimentación, el comportamiento o el juego.
9️ Mito: "Es mejor distraerlos para que olviden lo ocurrido."
📖 Realidad:
Las distracciones pueden ser útiles a corto plazo, pero no sustituyen el acompañamiento emocional. Los niños necesitan tiempo y espacio para procesar la pérdida. Distraerlos constantemente puede hacer que se sientan incomprendidos o que repriman sus emociones.
🔟 Mito: "Hablar de un ser querido que ha fallecido solo les hará más daño."
📖 Realidad:
Recordar al ser querido y hablar de él puede ser reconfortante para los niños. Les permite mantener viva su memoria y entender que, aunque la persona ya no esté físicamente, siempre estará presente en sus corazones y recuerdos.
🌟 Rompiendo tabúes, construyendo espacios de confianza
Desmontar estos mitos es el primer paso para acompañar a los niños en sus procesos de duelo. Hablar de la muerte no es un tema fácil, pero hacerlo con sensibilidad, honestidad y amor les ayuda a sentirse comprendidos y les brinda herramientas para gestionar sus emociones.